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Nada virgen… en política

Perfil/ Marité Bustamante

crónicas

Es la regidora más joven de la comuna limeña. Izquierdista moderna, pero irreverente, combina su militancia socialista y las lecturas de Mariátegui con los vestidos y las fiestas. En un espacio dominado por viejos caudillos, esta chica de 25 años, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas, le ha insuflado un toque de frescura a la zarandeada gestión edil de Susana Villarán. 

Redactora

Diana García

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Abril de 2013. Con Susana Villarán trás recibir la credencial de regidora de la Municipalidad de Lima.

El primer día fue anecdótico. Un tipo alto, gordito y calvo no la dejó pasar. “Soy regidora de la Municipalidad Metropolitana de Lima”, alegó y le mostró su carné. Y él le preguntó su nombre. “Marité Bustamante Trujillo”, respondió. El hombre la miró dudoso, hizo una llamada, le pidió disculpas y la dejó pasar. Cómo le iba a creer si era chibola, chiquita, de voz aguda y tenía una mochila en la espalda.

 

Los inicios. En 2006, durante una clase de historia de la Pre San Marcos, se discutía sobre la convivencia del Apra con el gobierno de Prado. De pronto Marité reprochó la alianza de ese partido con Odría: “El Apra es un partido pragmático, fue perseguido, pero luego hizo la coalición Apra-Uno solo para oponerse al gobierno de Belaunde”. Un compañero de salón, que era aprista, empezó a debatir con ella. Al final de la clase, otro chico, Daniel Siguas, ahora su mejor amigo, se le acercó y le preguntó de forma disimulada:

 

-          ¿Tú eres de izquierda?

 

-          Tengo cierta afinidad con la izquierda, le respondió ella.

 

Marité lo decía porque su padre fue dirigente de Patria Roja cuando era joven.

 

Daniel vivía en Pisco y vino a Lima solo para  militar en la izquierda. Ingresó a San Marcos porque averiguó que si se deseaba hacer política ese era el mejor lugar. Una tarde él le pidió a Marité que, después de clases,  lo acompañara a visitar los locales de la izquierda en Lima. En algunos les ofrecieron becas para estudiar en Cuba. Solo en el Movimiento Nueva Izquierda (MNI) les hablaron de marxismo. Allí se sentaron y se quedaron. Marité tenía 17 años y recuerda que ese día estaba tan entusiasta que decidió meterse en política.

 

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Desde pequeña  Marité siempre sostuvo discusiones políticas con Pedro, su Papá. Se sentaban a mirar noticieros y leer periódicos.  En cambio, Teresa, su mamá, se mostraba indiferente. Papá y Mamá se enamoraron de forma extraña: él era un muchacho que solo hablaba de Marx y la revolución, y ella lo escuchaba aburrida. Cuando ella cumplió 29 años decidió tener una hija, y el tipo estaba ahí, predispuesto. Así nació Marité.

 

Veinticinco años después, la madre de Marité sería aludida por Iván Becerra, un regidor evangélico de Restauración Nacional. En medio de una sesión de comisión, mientras ella defendía una ordenanza a favor de la no discriminación por orientación sexual e identidad de género, Becerra  le  mentó  la madre y la amenazó con golpearla. El motivo fue que ella quería incluir en la ordenanza a los homosexuales.  A Marité no solo le indignó la amenaza, sino la actitud de los regidores. Ese día, mientras el agresor se disculpaba con ella en un almuerzo de confraternidad, algunos concejales  tomaron todo a la broma: “Beeso, beeeso, beeeso…”, coreaban entre risas. Marité aceptó las disculpas a regañadientes.

 

Otro de los momentos difíciles de su trayectoria política fue cuando se reveló que una camioneta registrada a su nombre acumulaba más dos mil soles en papeletas sin pagar. La verdad es que el vehículo lo manejaba Pedro, su padre y sus empleados. “Él sufre de depresión y ese fue un golpe muy fuerte”, recuerda Marité. “Entiendo perfectamente el interés legítimo sobre las papeletas, pero llamarla combi asesina es un extremo. Primero, porque el carro no es de transporte público y segundo, porque no ha matado a nadie”.

Solo esa vez se preguntó si la política era lo que quería para ella. “Cuando te ves expuesta así, junto con tu familia, te sientes hurgada,  vigilada y violentada”.

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Decir que no era virgen en política en un spot en YouTube la hizo famosa. Pero “las redes son perversas”, advierte Marité. Muchos se burlaron de ella. “De una frase tuya hacen una imagen, te califican y no se toman la molestia de fijarse que hiciste antes. Yo sentí el spot como una conversación entre amigos. Una con sus amigos habla en doble sentido, te cagas de la  risa y eso no te hace una mala persona”.  

El vídeo se subió un sábado. Y ella colgó con muchas dudas el enlace en su cuenta de Facebook. El domingo nadie habló del vídeo.

Marité escuchando a la Nueva Invasión, una de sus bandas preferidas.  Foto: Gabriel Olaya.

El lunes le escribieron pidiéndole disculpas por lo que habían dicho algunos amigos periodistas. Ella no entendió, pero cuando entró a Twitter había unas 100 alertas, su publicación era tendencia y no lo podía creer. La  gente se reía y también la  hacía añicos.  Se quedó con la  chapa de la regidora virgen, chapa inexacta, porque de virgen… en política, no tiene nada.

 

 

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En 2012 sintió que por su militancia había relegado a la familia y  los  estudios, entonces decidió renunciar al MNI; era la secretaria de Juventudes. En julio,  el profesor César Landa, decano de Derecho de la PUCP, le pidió que sea su asistente de cátedra. Era un honor para ella. Aceptó. Y, en el verano del 2013, postuló a unas prácticas en Instituto de Defensa Legal. Ingresó y se alejó de la política, pero no fue por mucho tiempo.

Amigos y compañeros le propusieron apoyar la campaña contra la revocatoria de Susana Villarán. Ella accedió. “Una tiene su corazoncito de izquierda, pues”, dice. Después de la chamba hacía política, le vendía polos del NO a la gente y se iba a las marchas. Ella misma era;  apoyada por  unos chicos y empuñando un megáfono, lanzaba arengas y terminaba afónica. Luego se inscribió de personera por el NO.

El día del conteo la llamaron al celular para decirle:  

 

-          Oe chata, ¿has visto el flash? ¡Vas a ser regidora!

 

La “chata” mostró una sonrisa y siguió contando los votos. En la noche le llegaron mensajes de texto con la noticia y ella entró en etapa de negación: “Yo me alejé y fue como si el destino me pusiera otra vez en la política, y yo no creo en el destino”.

 

La primera semana fue de negación absoluta:

 

-          Imposible. Ahora se apelan las actas y se revertirá la tendencia, no voy a salir elegida. Se revocarán a los 5 primeros regidores. Para que entre yo,  tendrían que revocar a diez o más.

 

Pero revocaron a 22 regidores. Y ella entró porque era regidora accesitaria.

* **

Marzo 2013. En la campaña Por el NO.

Cuando ingresó  a  San Marcos, Marité usaba lentes morados y lucía el cabello teñido de rojo. Una chica con pelo negro debe ir una vez al mes a la peluquería para retocarse: “Si no lo haces te quedan unas raíces largas y horribles. La universidad y la política me quitaron tiempo para esos detalles”. Ella es coqueta, le gusta arreglarse, usar vestidos y tener el collar y los aretes apropiados. 

 

-Pero no se puede ir a marchar con vestido porque como este mundo de las dirigencias políticas es de hombres, a veces ellos ya no te quieren hablar en serio y creen que pueden pasearte. 

En 2011 Marité fue secretaria del Centro Federado de la Facultad de Ciencias Políticas de San Marcos.  La precariedad de la universidad pública la llevó a ocuparse de tareas que no le correspondían, como hacerse cargo de la convocatoria de profesores y las vacantes de por ciclo.

 

-          San Marcos es un espacio que te permite ver en carne propia el abandono. Los movimientos estudiantiles nos esforzamos para que los alumnos reciban un servicio de salud de calidad  y tengan una distribución justa  y gratuita de raciones de comida en el comedor universitario, pero no se puede hacer mucho.

 

Durante la estancia de Marité en el centro federado no hubo tomas de local. La toma implica perder clases y eso afecta a los estudiantes que nada tienen que ver con el problema. Alguna vez, cuando sí apoyó la ocupación de los locales universitarios, ella recuerda haber hablado con los profesores para que dicten clases fuera de los salones. Muchas veces ellos aceptaron como gesto de solidaridad con los estudiantes.

Un día - recuerda con una mirada maliciosa – el Decano, Juan Morales Godo, prometió más vacantes para la contratación de docentes, pero no cumplió con la palabra empeñada. Así que ella convocó a sus compañeros para que la acompañen a protestar:

 

-          Tengo una reunión con el Decano – le dijo a la secretaria.

 

-          Marité, yo te dije que vengas sola – le soltó el Decano cuando la vio algo fastidiado. La oficina estaba invadida de alumnos.

 

-          Yo tengo que responderles a ellos. Si usted me responde a mí que no habrá más  vacantes, dígaselos usted mismo.

El Decano autorizó las vacantes y cada vez que ve a Marité por San Marcos le dice:

 

- ¿No estarás causando más alboroto, no, Bustamante?

 

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San Marcos te enseña eso. Ser regidora tiene un costo académico, implica llevar menos cursos en la universidad y atrasarse.  Si alguien quiere hacer política, piensa Marité, debe tener formación profesional. 

 

Ha ganado independencia.  Papá Pedro tiene una hija que es regidora y la relación con ella es más horizontal.  La ve en la tele y piensa: “¿En qué momento dejé de cambiarle los pañales?”.  Además, él ya no cree que la pequeña Marité anda hueveando por la vida. 

Marité en campaña.

Si algo ha perdido en este tiempo son amigos, la soledad es el costo del poder. Un cargo implica mucha responsabilidad.

 

-          Ya no buscas a los amigos porque no tienes tiempo. Y ellos te dejan de buscar; se cansan de que les digas que no puedes y luego asumen que para la próxima reunión tampoco podrás.

 

Pero Marité no quiere vivir más tiempo alejada de sus amigos. Y decidió escoger un día de la semana para ella sola. Los jueves se desconecta y por unas horas se olvida del mundo.

 

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Estar en San Marcos le mostró nuevos lugares de la ciudad Como vivía en Surco solo frecuentaba bares y discotecas de Barranco y Miraflores. Para los sanmarquinos el punto de encuentro es la movida nocturna del centro de Lima: Marité empezó como una cachimba pinky a la que le gustaba el pop, y pronto empezó a ir a movidas punk y pasar noches por La Rockola, en el jirón Quilca. Momento que coincidió con la aparición de bandas como La Sarita, La nueva invasión, Barrio Calavera y La Inédita, todas con un rollo  irreverente que mezcla punk y cumbia, y permite bailar pegadito y poguear al lado.

 

Uno de esos sábados de bohemia sanmarquina fue a un tono en La Casona. Y el lunes,  cuando llegó a la municipalidad, el encargado de redes sociales le dijo algo que la sorprendió:

 

-          Así que has estado en una fiesta clandestina.

 

-          ¿Me estás siguiendo?- replicó ella.

 

Una chica de la Católica había escrito en Twitter: “La regidora virgen, no tan virgen está en una fiesta clandestina”. Ella no podía creerlo y se empezó a reír.

 

La frase de Marité no se olvida. Cuando recuerda no es "virgen en la política", se ríe de sí misma.

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