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La politóloga que se infiltró en el fujimorismo

Política

PERFIL : Adriana Urrutia

Adriana Urrutia quería conocer el fujimorismo desde adentro y lo logró. Durante los meses de campaña electoral de Keiko Fujimori, en el  2011,  se  convirtió en colaboradora del partido, repartió afiches, acompañó a la juventud y entrevistó a los militantes de base. Su investigación fue publicada en el libro “Anti-candidatos” y es un precedente para la nueva generación de politólogos que como ella apuestan por dejar el academicismo y salir a la calle. 

Redactor

Foto: Gloria Alvitres

Cuando Adriana Urrutia tenía 12 años, vio por televisión como caía el régimen fujimorista. Uno a uno, congresistas, dueños de canales, alcaldes y funcionarios desfilaron por la sala del SIN.  En verdad, ella no se fijó mucho en ellos, le llamaba la atención Jackelyn Beltrán la esposa de Montesinos. También, miró con curiosidad a las congresistas que no dudaban en defender enérgicamente a su líder, Martha Hildebrant y Martha Chávez.  Diez años después, su carrera de ciencia Política la hizo en París, en el Instituto de Estudios políticos y cuando le tocó escoger un tema de tesis, recordó ese tiempo en que le invadía la curiosidad por saber más sobre las señoras del partido del Chino. Lo tuvo más claro: “voy a investigar al fujimorismo”.

 

Su idea inicial era  conocer el papel de las mujeres en el fujimorismo  y se diluyó cuando Adriana se enteró que ya existía una investigación de sobre ese tema.   Otra investigadora, Cecilia Bondet, publicó  en el 2002 el libro “El encanto del dictador: mujeres y política en la época de Fujimori”.  Triste y  echada en su cama de cara al cielo,  pensó en  hacer un análisis del fujimorismo como partido.  Adriana aun no sabía  que esa tesis la llevaría a infiltrarse entre los militantes de base durante los meses de  campaña electoral de Keiko Fujimori en el 2011.

 

Adriana proviene de una familia con una fuerte tradición de izquierda. Su padre, Jaime Urrutia, es un antropólogo  conocido que vivió muchos años en Ayacucho.  Embarcarse en el proyecto de investigar al fujimorismo implicaba mantener al margen toda esta trayectoria familiar. Pero , felizmente, Adriana  vivió en Francia mucho tiempo, los pocos amigos que tenía en Lima no cuestionaban su trabajo. La veían contenta y eso bastaba. Solo Marisa Glave le increpó una vez: “cómo has sido capaz de meterte allí”.

 

Además,  Adriana es  una aventurera. Posee un brillo especial en los ojos, sabe que puede emprender el proyecto que quiera.  No deja de reír y bromear. En un primer momento parece tímida, pero luego se le sale la sonrisa.  Sus rulos le saltan a la frente y se los acomoda constantemente.  Alta e imponente, nunca  deja de mover las manos como una adolescente inquieta. Y fue con esa misma inquietud y curiosidad que se acercó al fujimorismo.

 

Así, descubrió una organización sumamente estructurada. Donde  los líderes de la cúpula fujimorista podían recurrir a los dirigentes de base cuando querían movilizar gente. Una agrupación que contaba con militantes fieles y comprometidos. Su base social estaba fortalecida por la permanencia en el tiempo de los comedores populares y vasos de leche.  El fujimorismo no estaba muerto, sino más activo que nunca.  El ex presidente Alberto Fujimori  le declaró la guerra a los partidos políticos durante su primer gobierno y lejos de ese pasado, su propio movimiento ya era un partido sólido.

 

A fines del 2010,  se subestimó  al fujimorismo.  No se creía posible que Keiko pudiera ganar; sin embargo, pasó a segunda vuelta y Adriana sabía que eso era posible.  Acompañó todo el proceso de la campaña electoral.  Aunque, ella no se lo planteo así desde el  inicio, asumió diversos roles en su investigación.  A veces era una académica que elaboraba una tesis, otras, era una extranjera que buscaba conocer el partido de Fujimori y otras una periodista. La politóloga se acomodó al contexto.

La tesista

Mientras Adriana empezaba su investigación. Keiko Fujimori había iniciado su campaña viajando por el Perú. En Puno, hizo una parada especial para aliarse a las fuerzas políticas locales. Aún así, quien estaba a la cabeza de las encuestas era Toledo. Eso no le quitaba el sueño a los fujimoristas, podían hacer que su lideresa avance segura paso a paso.

 

 Adriana veía de cerca la reestructuración de dicho partido. La elite fujimorista era entusiasta al respecto. Ante ellos, ella se presentó como tesista e investigadora. Pero, su intención era entrevistar a los militantes de base y con una carta de presentación estándar no podía.  Ellos no entendían la academia y sus títulos.

 

Ella insistió. Asistía a las reuniones del partido en un local de Paseo Colón. Los martes y jueves se daban charlas a la juventud y los miércoles se presentaban conferencias.  Como buena investigadora, nunca le faltó su libreta de apuntes y su grabadora.  Hasta que le preguntaron si era periodista.

 

-¿Y usted señorita?

 

-Buenas tardes, qué hago, bueno estoy haciendo mi tesis, vengo a estudiar…

 

-A ¿sí?, pero acá no queremos alguien que venga a tontear, sino alguien que venga a trabajar.

 

Adriana se dio cuenta que su libreta era una barrera para la gente del partido. Necesitaba aliados si quería llegar a conocer la percepción de las bases fujimoristas. Así que empezó a dejar de lado la “libretita” e involucrarse más en las actividades de la agrupación.

La francesa

Ser blanca, alta y haber estudiado en Francia por 5 años, le dieron el apelativo a Adriana de “francesa”. Al menos así se había acostumbrado a llamarla Janet, una joven que lideraba el grupo Fuerza K,  una especie de brigada juvenil encargada de repartir folletos, apoyar las inauguraciones de locales de campaña y pegar afiches.

 

Fuerza K era una respuesta al movimiento “No a Keiko” que se venía gestando desde el 2009 y que era auspiciado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.  La contienda electoral ya se estaba calentando y quedaban como favoritos PPK, Keiko y Ollanta.  En medio de este escenario, los diarios se polarizaron. Salían en los titulares, notas sobre esterilizaciones forzadas que enfurecían a los fujimoristas.

 

Ellos afirmaban que por mucho tiempo, habían sido víctimas de persecución.  Desde el 2000, y tras la renuncia de Alberto Fujimori, los militantes se sintieron acosados por la oposición. Como si ser fujimorista fuera malo. Lejos de atemorizarse o renunciar a sus convicciones, decidieron cohesionarse más, organizarse. Por eso, parecía que el fujimorismo había perdido fuerza y en realidad estaba tomando fuerza.

 

A pesar, de esa mala experiencia que los fujimoristas tuvieron, confiaron en Adriana. Primero, porque la veían al lado de la líder de Fuerza K, tomando fotos en los eventos del partido. Y también, porque la creían extranjera.

 

Consideraban que podían contarle la historia a su modo y desde su versión. 

 

-Siempre se me vio como extranjera, Janet me presentaba como tal.

 

-¿Le seguiste la corriente?

 

-Claro, incluso, una vez le dije: Janet, que le dirías a los franceses y ella me contesto –yo estaba grabado- “les diría que estoy muy feliz porque va ganar Fujimori”.

 

-¿Todas las personas con las que conversabas sabían que estabas investigando?

 

-No todas. Porque eso de entender lo que es la investigación es para personas que han tenido acceso a la educación y en el Perú las brechas son enormes. Por eso, para algunos yo era periodista, para otros yo escribía un libro sobre la historia del fujimorismo y para otros si hacía mi tesis. 

La periodista

-¿No desconfiaban al verte como periodista?

 

-Ellos sentían que los medios le habían quitado voz mucho tiempo, por eso no me veían mal como periodista.

 

Sentían que habían perdido terreno que los habían silenciado y esta era una oportunidad de contar lo maltratados que habían estado. Eso me ayudó muchísimo, como cuando haces terapia y necesitas que te escuchen.

 

Janet llevaba a su “amiga” la “periodista” a las actividades del partido. La declaró fotógrafa oficial y en una oportunidad  la invitó a la inauguración de un local en Los Olivos.  Adriana vivía en Barranco y nunca había llegado al Cono Norte. Confiesa que le daba vergüenza preguntar: ¿qué carro tomo? ¿Dónde me bajo? ; pero llegó.

 

Era un pequeño local, al costado de una bodega. El dueño de casa  recibió a la delegación atentamente. Adriana pensó que seguiría haciendo su papel de fotógrafa –periodista. Pero una morena le dio una ruma de afiches: “Vamos a repartirlos en los mercados”, ordenó. Y la brigada fujimorista salió a repartir los volantes. A la politóloga el rostro se le puso rojo. ¿Cómo me metí en esto?, se preguntaba mientras acompañaba a Julio Gagó –por entonces candidato al Congreso.  Estaba haciendo lo que había evitado todo el tiempo, entrar en la campaña como un militante más.  Esa tarde fue la prueba de fuego y Adriana aseguró su estadía entre los fujimoristas.

 

Terminó almorzando con el candidato y su séquito en una pollería.  Luego, llegó el  brindis con gaseosa Inka Kola.  El  asesor de Gagó le contó  sin rodeos el secreto para tener un buen candidato: “hay que buscar  un emprendedor, pujante, carismático. Luego, hay que hacerlo conocido, ¿cómo? un programa en la tele, todos ven televisión. Y ya tenemos el candidato”.  

 

-Me sentí mal. Pensé que estaba pasando el límite de lo ético

 

-¿Por qué?

 

-Porque yo no soy fujimorista. No podía traicionarme a mí misma.

 

-¿Solo repartiste afiches?

 

-He repartido gorras, polos, tazas.

 

-¿En varias ocasiones?

 

-No, solo esa vez. Bueno en el cierre de campaña me tuve que poner el polo; entre en un dilema ético porque sentía que yo me estaba convirtiendo en un medio de difusión de una idea en la que no creía.

 

Adriana reconoce que su trabajo puede ser cuestionable. Ella no lo planeó así, pero aceptó el reto de involucrarse directamente con el partido. En esa convivencia descubrió las fortalezas y debilidades de una agrupación que unos dos años atrás se creía casi extinta. ¿Por qué se mantuvo firme el fujimorismo? Adriana nos cuenta que  todo se maneja en torno a intereses. Los militantes esperan obtener un beneficio a futuro al apoyar a los candidatos.  En un país donde la desigualdad es enorme, los regalos de los candidatos significan mucho para la población, así se intercambia el voto. Además, el partido del “Chino” tiene instituciones barriales que se mantienen como los Comedores populares y los Vasos de leche. Keiko tiene todos estos puntos a su favor y en palabras de Adriana “posee grandes expectativas de llegar a la presidencia”. 

Gloria Alvitres Aliaga

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Fuente: Gloria Alvitres

“A veces cuando te tocan hacer cosas, te aparecen señales. Yo recuerdo que fui al Jurado Nacional de Elecciones para ver cuáles habían sido los resultados de las elecciones del 90. Estaba sentada, voltee y a mi costado estaba Martha Moyano y Absalón Vázquez. No lo podía creer”.

 

Adriana dudó por un momento. Tenía al frente congresistas fujimoristas de conocida trayectoria y  decidió pedirles una cita. Martha Moyano escuchó la palabra tesis y bromeó: “Mira, Absalón, seguimos siendo objeto de estudio”. No rechazó la entrevista y además, comunicó a Adriana con lideresa barrial.  

 

La politóloga llegó hasta el comedor popular que la señora dirigía con gran éxito. Al principio la mujer sintió cierto recelo de contarle su experiencia a esa muchachita preguntona. Pero, Adriana se ganó su confianza. La vio cocinando apresurada, así que  cogió una cebolla y le preguntó : ¿le ayudó? La señora accedió complacida y poco a poco, empezó a soltarse.   Ese fue el inicio. 
 

Fuente: elmundo.es

La segunda vuelta estaba a puertas de realizarse. El debate entre Keiko y Ollanta fue acalorado: ataques de ambos lados y un  ambiente electoral polarizado.  La alianza entre Perú Posible y Gana Perú fue inevitable. Desde el otro lado, la derecha temía que de llegar al poder Ollanta aplicará medidas estatistas. Keiko se perfiló como la candidata que apoyaba mantener el sistema económico y se ganó a los que apostaban por el neoliberalismo .

 

La consigna entre los fujimoristas era clara: Keiko iba a ganar, El chino fue el mejor presiente del Perú.

 

 Necesitaban que los medios les den mayor atención. Querían crear una buena imagen de su partido. Así, Adriana asumió el rol de periodista.  Acompañó los mítines, tomó fotos y preguntó, sobre todo, eso preguntó mucho.

Fuente: RPP

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